Ahora puedo hasta gritar, que el hombre que me ame, deberá saber descorrer las cortinas de mi piel, encontrar la profundidad de mis ojos y conocer absolutamente, todo lo que anida en mí, lo que hace que yo, sea yo…
Y gritaré, que el hombre que me ame, no querrá poseerme como una mercancía, ni exhibirme como un trofeo de caza, sabrá estar a mi lado con el mismo amor conel que yo estaré al lado suyo…
Y grito, que el amor del hombre que me ame, será fuerte como ese abeto rojo milenario, que vive en Suecia desde hace casi mil años, protector, seguro y eterno como el, limpio e impoluto como una mañana de diciembre…
Y seguiré gritando, que el hombre que me ame, no dudará de mi sonrisa ni temerá la abundancia de mi amor, y respetará la tristeza, el silencio y con caricias tocará mi vientre como guitarra, para que brote música y alegría desde el fondo de todo mi ser…
Y os grito a todos, que el hombre que me ame podrá encontrar en mí, la tumbona donde descansar el pesado fardo de sus preocupaciones; la amiga con quien compartir sus más íntimos secretos, el lago donde flotar sin miedo de que el ancla del compromiso, le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro…
Qué sí, que lo grito, que el hombre que me ame, hará poesía con nuestras vidas,construyendo cada día algo diferente, y con la mirada puesta en el futuro…
Pero sobre todas las cosas, os grito, que el hombre que me ame, deberá amar todo lo mío, de forma real, concreta, criticando y aceptando… el hombre que me ame reconocerá mi rostro en la trinchera, y rodilla en tierra me amará, mientras los dos disparamos juntos contra el enemigo…
Y sí, os grito, que el amor de mi hombre no conocerá el miedo a la entrega, ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento en una plaza llena de multitudes…
Podrá gritar -te quiero- o hacer rótulos en lo alto de los edificios proclamando su derecho a sentir el más hermoso y humano de los sentimientos…
Y una vez más, os grito, que el amor de mi hombre, no le huirá a las cocinas,ni a los pañales del hijo, será como un viento fresco llevándose entre nubes de sueño y de pasado las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados como seres de distinta estatura o valía…
Y en verdad os grito, que el amor de mi hombre no querrá rotularme ni etiquetarme, me dará aire, espacio, alimento para crecer y ser mejor, será como una Revolución que hace de cada día el comienzo de una nueva victoria…
Ese, y sólo ese, será mi HOMBRE…